El máximo responsable financiero de la manzana, Peter Oppenheimer,
destaca el valor del negocio de aplicaciones gratuitas o de menos de un dólar,
en la mayoría de las ocasiones. Apple ha pagado casi 7.000 millones de euros a
los desarrolladores. La cuenta es fácil, el 70% es para el creador, el 30%
restante para Apple. Un negocio en el que no hace falta tener dependientes, ni
arreglar aparatos, tampoco cadenas de montaje. Todo son bienes digitales con
distribución a través de Internet.
El hecho de que la App Store funcione en 155 países ha permitido
que los editores de programas aspiren a una audiencia difícilmente abarcable de
otra manera. La empresa Mubiquo, ha creado la aplicación de la petrolera Shell
para todo el mundo. Esto incluye versión en chino, ruso, árabe y turco.
Empezaron como un pequeño estudio y ya son 40 personas contratadas entre las
oficinas de San Francisco, Madrid, Barcelona, Murcia y Shanghái.
Rubén Aparicio, fundador y consejero delegado, cree que no hay
fórmulas mágicas, pero sí cita algunas claves para el éxito: “Dar valor
añadido, que sea algo más allá de lo que se obtiene navegando por la Red, con
un buen equilibrio entre utilidad y entretenimiento”. Su negocio es
principalmente por encargos de empresas. De su estudio han salido Nestlé Cocina
y Nestlé Postres, cuya aprobación llevó algo de tiempo. “Desde Apple querían
asegurarse de que no era publicidad. Estuvieron muy encima de los textos. Se
trata de branded content. Muchas recetas no tienen productos de
la marca, de hecho algunas son de Arzak”.
La norma no escrita para cualquier desarrollador que se precie es
lanzar primero en iOS, el sistema operativo de iPhone e iPad, después en el
resto de plataformas. Aunque nació más tarde, Android es la gran amenaza para
este negocio. No solo con la tienda oficial Google Play, también con la creada
por Amazon, cada vez más popular.
Vanatur, la empresa de Estrella Caso, se ha centrado en la música.
Su última obra es la aplicación del grupo adolescente de moda Auryn. La intención era estrenar en los dos
sistemas operativos a la vez, pero solo lo han hecho en los móviles de Google.
“Es más cómodo desarrollar para Apple, pero los plazos no dependen de ti”,
expone. En su opinión no hay una fórmula secreta del éxito, pero sí algunos
factores que ayudan: “Lo primero es escoger bien el público al que se dirige;
después, que se mantenga viva, con actualizaciones y dinamismo”.
Ana Ormaechea, fundadora de Tablet Army, percibe que el proceso de
aprobación de Apple Store no es del todo adecuado. “Hay una barrera cultural y
se nota. Todo pasa por Cupertino y, desde luego, no tienen el contexto
necesario para entender que lo que allí no es correcto, aquí sí lo es”,
explica. Hace dos años vio que un ejemplar de Muy Interesante, revista
en la que trabajaba, aplazó su publicación durante tres semanas por considerar
que la imagen de un desnudo no era adecuada para menores.
El desarrollador independiente, Diego Bezares, creador de Rythmic Thumbs, valora, sin embargo,
ese control: “Se aseguran de que todo funciona. Da garantías al usuario para
que no descargue productos que defraudan”. También valora la obligación de
contar con una tarjeta de crédito al darse de alta: “Las ventas en Android
aumentan poco a poco, pero no al nivel de Apple, donde el cliente solo tiene
que hacer clic y ya está comprado”.
AppGratis ha sido una de las aplicaciones sacrificadas por este
exhaustivo control de Apple. Llevaba más de dos años con normalidad y era una
de las más populares. Hace dos semanas desapareció de la App Store. Su negocio
consistía en promocionar gratis durante un día, aplicaciones que son
habitualmente de pago. En esto son tajantes, no hay tolerancia con aquellos que
quieren montar un negocio paralelo dentro de su escaparate. AppGratis paliaba
uno de los problemas de la tienda, encontrar algo interesante en poco tiempo.
Aparicio cree que en Apple son conscientes del problema: “Hace un
par de meses tuve una reunión con el vicepresidente responsable de la App
Store. Le dije que desde los cambios de octubre apenas se ven las tablas con lo
más vendido de cada categoría. Desde entonces hay menos descargas y es más
lento”. Bezares tiene la misma sensación: “Solo tienen visibilidad las 50
primeras aplicaciones”.
Todos reconocen una dificultad, dar con el precio correcto.
Ormaechea considera que es una ventaja: “En una revista de papel el precio va
impreso. Aquí fluctúa. Por ejemplo, un ejemplar de hace seis meses se puede
ofrecer a un precio muy rebajado y seguirá despertando interés y generando
ingresos. Se pueden ir haciendo promociones especiales en fechas concretas o ir
ajustando hasta encontrar el precio adecuado”.
Google Play tiene más problemas, y no solo que el mayor número de móviles
Android no se traducen en ventas de aplicaciones. Aparicio no se explica cómo
Google, un gran buscador, es incapaz de arreglar la forma de encontrar el
programa deseado en cuestión de segundos. “Es penoso. Aunque pongas el nombre
exacto no sale como resultado”, subraya. También echa en falta la manera de
poder regalar un programa, algo que Apple ha resuelto con códigos. La queja de
Caso va directa a uno de los puntos flacos del robot verde, la fragmentación,
como denominan a la diversidad de características de móviles y tabletas: “No se
verifican los programas y cada tamaño de pantalla o potencia del procesador es
un mundo. Es muy difícil no decepcionar a los que tienen móviles antiguos”.
Su recomendación es ir a otras tiendas que no sean Google Play.
“Optar por Amazon o Samsung, puede ayudar a destacar y encontrarse con otros
programas que superan unos mínimos”, argumenta. El ratio aplicaciones/descargas
no siempre es favorable a los grandes. A veces, según qué producto, sale más a
cuenta ponerlo en otras tiendas.
Apple no inventó la distribución online. Nokia y Blackberry ya tenían antes sus propias tiendas,
aunque farragosas y poco atractivas. El último en sumarse será Firefox OS,
todavía en fase de pruebas. Su planteamiento, dado que pertenece a la Fundación
sin ánimo de lucro Mozilla, es radicalmente diferente. Habrá tantas tiendas
como se quieran crear. Juan Tomás
García, desarrollador en esta plataforma y reconocido hacker, considera que su oportunidad será la
libertad de elección. “Para saltarse la App Store solo hay un camino, liberar
el teléfono, hecho que Apple penaliza diciendo adiós a la garantía”, explica.
Le cuesta bregar con el control ejercido por Apple: “Aprender a programar para
iOS es muy complicado. Apple no autoriza aplicaciones que les pueda hacer la
competencia, de ahí que Firefox no esté en iPhone e iPad”.
Apple mantiene firme el control sobre su tienda. Pese a que en el
parque mundial de móviles el 64% son Android y solo el 19% iPhone, su tienda
sigue por delante. Cierto es que este año, las descargas en Google Play
superarán a las de App Store, pero el negocio no. El dueño de un iPhone es tecnológicamente
más avanzado, descarga más aplicaciones y, no solo gratuitas. Tira más de
tarjeta de crédito. Según el App
Annie Index, en el último
trimestre los ingresos de la tienda de Apple fueron 2,6 veces mayores que la de
Google Play, aunque en el navideño la proporción era de 4 a 1. La App Store se
le resiste a Google y al mundo Android. De momento.
Fuente: El País Digital
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